La llegada de la inteligencia artificial (IA) en el ámbito educativo ha despertado una serie de interrogantes. ¿Cómo será el rol de las y los docentes en un escenario donde la tecnología se vuelve cada vez más presente? A continuación, reflexionaremos sobre este tema.

En la docencia se encuentra una dimensión profundamente humana que la inteligencia artificial no puede replicar: la empatía, la reflexión sobre el contexto de la comunidad educativa, la ética y los vínculos interpersonales.
Iván Chávez Fundador de Caleidoscopio LAB, director de Innovatus Hub de Trasformación Social y Consultor en Innovación Educativa del Tecnológico de Monterrey, México, destacó que “la Inteligencia Artificial (IA), aplicada al ámbito educativo, exige que todos los actores involucrados mantengan una actitud receptiva al aprendizaje de su funcionamiento, así como la identificación de las mejores estrategias para integrarla, con el objetivo de optimizar la enseñanza y generar experiencias significativas para las y los estudiantes”.
La IA continuará evolucionando, y esto trae consigo grandes desafíos para el sistema educativo. En este nuevo contexto, el rol docente se transforma y más que nunca se requiere su guía y apoyo para las y los estudiantes, y así potenciar el pensamiento crítico y fortalecer sus habilidades para aprender de manera autónoma.
Sobre el resguardo del trabajo de profesoras y profesores, el Consenso de Beijing, de Inteligencia Artificial y Educación, enfatizó que la interacción humana seguirá siendo esencial en la enseñanza: “los docentes no serán desplazados por las máquinas, y deben velarse sus derechos y condiciones de trabajo” (UNESCO, 2021).
Respecto a lo anterior, Iván Chávez hace hincapié en que estas herramientas también pueden agilizar y mejorar la gestión académica e impulsar la personalización del aprendizaje para favorecer el desarrollo de cada estudiante. Esto implica generar instrucciones específicas y efectivas que permitan aprovechar al máximo la IA, evaluar críticamente y curar las propuestas generadas, e implementar dichas experiencias educativas de manera segura, basándose en los resultados obtenidos con cada estudiante, recalca.
Considerando todo lo anterior, la IA debe pensarse como una herramienta que potencia la labor educativa, siempre y cuando se la utilice con enfoque ético, humano y pedagógico.
En este nuevo panorama, las y los docentes cumplen un papel fundamental: formar a niñas, niños y jóvenes en ciudadanía digital desde un marco crítico, donde se potencie el uso de la IA como una herramienta que permita desplegar habilidades como la creatividad, pensamiento crítico, la colaboración y más.

Es recomendable que todas las y los docentes se den la oportunidad de conocer y utilizar la IA. Esto les permitirá mantenerse actualizados sobre los avances tecnológicos y educativos. Además, serán quienes podrán determinar y proponer las mejores prácticas para usar la IA en beneficio del aprendizaje.
Nuevos desafíos
Uno de los factores positivos de la llegada de la IA a los establecimientos educativos, es la posibilidad de darle un uso técnico para tareas rutinarias. De acuerdo con la UNESCO, esto permitiría liberar tiempo para tareas de mayor valor pedagógico y humano, como el diseño de experiencias de aprendizaje, acompañamiento personalizado y actividades colaborativas entre docentes y profesionales de la educación.
Para ello, es fundamental establecer las funciones del profesorado, fortalecer su formación y prepararlos para entornos con fuerte presencia de IA. Como afirma el Dr. Álvaro Soto, director del Centro Nacional de Inteligencia Artificial, “la IA no reemplazará a los profesores. Por el contrario, los hará más necesarios, probablemente cruciales, para la gestión de los impactos positivos y negativos de las nuevas tecnologías” (CENIA, 2023).
Más allá de lo técnico, la educación es también un espacio donde se construyen los valores sociales y democráticos. David Edwards, Secretario General de la Internacional de la Educación, lo resume así: “La educación es el lugar donde construimos las sociedades y donde construimos la democracia. Y los profesores son quienes la tejen” (Foro Económico Mundial, 2024).
Por ello, la labor docente es mucho más que transmisión de conocimientos, como podría serlo la IA, si no que orienta el uso ético de la tecnología en beneficio de las comunidades escolares y la sociedad en general, transmite valores, sentimientos, comprende distintas realidades y en muchas ocasiones son el apoyo de sus estudiantes.
En conclusión, los transforma en figuras aún más relevantes, ya que su rol como guías y diseñadores de aprendizajes significativos es y seguirá siendo insustituible. En un mundo cada vez más automatizado, necesitamos más humanidad en la educación, no menos.
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Finalmente, queremos destacar que a través del desarrollo de habilidades como el pensamiento crítico, la creatividad y las competencias socioemocionales, el profesorado se convierte en un agente clave para que las nuevas generaciones puedan aprovechar las oportunidades tecnológicas sin caer en sus posibles riesgos.