Educar sin barreras: construir inclusión desde la colaboración

Inclusión educativa

La inclusión educativa es un derecho consagrado en nuestra legislación, sin embargo, para que pueda ser una realidad, es necesario proporcionar herramientas a las comunidades educativas y fomentar el trabajo colaborativo y en red, para transformar la escuela en un espacio para todas y todos. Conversamos con una académica y dos directoras de establecimientos de Arica y Puerto Montt, que están trabajando por la inclusión en contextos educativos.

Inclusión Educativa
Inclusión Educativa

De acuerdo con la Unesco, un enfoque inclusivo de la educación significa que se toman en cuenta las necesidades de cada persona y que todos los estudiantes participan. Asimismo, reconoce que todos los niños y niñas pueden aprender y que, desde su individualidad, poseen características, intereses, capacidades y necesidades de aprendizaje únicos.  

La inclusión educativa en Chile es un derecho y un avance fundamental para el acceso de niñas, niños y adolescentes a la educación escolar, cimentando un camino para la integración a espacios educativos saludables, que cubran las necesidades de cada estudiante.

El año 2015 se promulgó la Ley de Inclusión Escolar N°20.845, que elimina el lucro en colegios subvencionados y regula la admisión de estudiantes de forma inclusiva, garantizando una educación de calidad como un derecho social, con igualdad de oportunidades, eliminando la segregación escolar.

Dentro de esta ley se encuentra el Decreto N°83, que apunta a la adecuación curricular para la diversificación de la enseñanza en Educación Parvularia y Básica, que aprueba criterios y orientaciones para estudiantes con Necesidades Especiales (si quieres saber más sobre esto, puedes revisar nuestro Kit Decreto N°83 que contiene infografías que facilitan su comprensión y aplicación). 

Junto con lo anterior, el 10 de marzo de 2023 se publicó en el Diario Oficial la Ley de Autismo N° 21.545, que promueve la inclusión social de personas dentro del Espectro Autista, fortaleciendo su ingreso a establecimientos educativos.
 

Trabajo colaborativo como clave

María Teresa Rojas, profesora asociada del Departamento de Política Educativa y Desarrollo Escolar de la Facultad de Educación de la Universidad Alberto Hurtado, describe la inclusión escolar positiva como un proceso en el que las escuelas son capaces de cuestionarse cuáles son las barreras que impiden que las y los estudiantes se sientan seguros, no sean discriminados, se sientan validados y reconocidos como personas valiosas para los demás. 

En relación con cómo debería percibirse un centro educativo, la académica precisa que “este debe ser un espacio confortable en el que nadie se sienta amenazado, olvidado o invisibilizado, y donde se promuevan relaciones afectuosas, amistosas y respetuosas entre adultos, niñas y niños”.

Respecto de los avances en las políticas y leyes que abordan la inclusión, asegura que erradicar la selección de estudiantes ha permitido que niños y niñas que antes eran rechazados y que tenían dificultades para encontrar un espacio en el sistema escolar, puedan postular sin enfrentar barreras de acceso. Para la académica, esta nueva realidad invita a las escuelas a no generar procesos discriminatorios y a reconocer el valor de todas las personas, sin importar su procedencia cultural, necesidades especiales o identidad sexual.

María Teresa Rojas, profesora asociada del Departamento de Política Educativa y Desarrollo Escolar de la Facultad de Educación de la Universidad Alberto Hurtado
María Teresa Rojas, profesora asociada del Departamento de Política Educativa y Desarrollo Escolar de la Facultad de Educación de la Universidad Alberto Hurtado

“La implementación de estas políticas requiere múltiples actores: equipos directivos y sostenedores que prioricen la inclusión y que entreguen a sus equipos el tiempo y los recursos necesarios; redes de cooperación que integren salud, organizaciones de la sociedad civil y otros actores relevantes”.

De acuerdo con María Teres Rojas, aún queda mucho por avanzar. En su opinión, existe un déficit en recursos materiales y humanos para trabajar adecuadamente en contextos diversos, especialmente en el desarrollo de una cultura que reconozca el valor de todos los niños y niñas, no solo viéndolos como un desafío, sino también como un aporte significativo para la comunidad educativa. 

“A nivel de formación docente, se requiere de un trabajo mucho más práctico y contextualizado. Se requiere una comprensión más profunda sobre neurodivergencias, autismo, ceguera, sordera, dificultades de desplazamiento, entre otras condiciones”, apunta. A su juicio, se necesitan herramientas reales para comunicarse y entender que la necesidad educativa especial no es una etiqueta, sino una realidad encarnada en un sujeto que puede contribuir sustancialmente al trabajo colectivo. 

Es así como un profesor o profesora no puede resolver la inclusión en soledad. Desde su mirada, es clave el trabajo colaborativo, interdisciplinario, con otros docentes, con el Programa de Integración Escolar (PIE) y con las familias que conocen profundamente a sus hijos e hijas. Y enfatiza que “la inclusión integral solo es posible si se construye en comunidad, con redes de apoyo, con alianzas y con una voluntad colectiva de transformar la escuela en un espacio para todos y todas”.

En el documento Experiencias de Apoyo Técnico Pedagógico en la Educación Pública se destaca el trabajo en red que el Servicio Local Puerto Cordillera, llevó a cabo, para desarrollar capacidades y generar sinergia entre actores de establecimientos educacionales y así lograr la inclusión en contexto de diversidad.

Una de estas fue la Red de Coordinadores del Programa de Integración Escolar (PIE). Esta red se convirtió en una Comunidad de Aprendizaje Profesional (CAP), la cual tuvo como objetivo generar reflexiones pedagógicas en torno a sus prácticas y crear soluciones a las dificultades observadas. 

En este contexto, se formó la Comunidad de Aprendizaje Profesional PIE, que superó todas las expectativas y la planificación realizada por el equipo de facilitadores de la UATP, logrando crear instrumentos valiosos para la inclusión en todo el territorio.

Esta, como muchas otras experiencias, valida que el trabajo colaborativo y en red es posible, y que se logran grandes cambios si hay cohesión entre los distintos actores de la educación y la sociedad. 

Eliminando barreras

Emma Vásquez, es directora de la Escuela Pampa Algodonal de Arica. En esta comunidad educativa, la inclusión significa la aceptación total del otro u otra sin distinciones y es un aspecto transversal dentro del trabajo desarrollado como escuela. “Por medio de nuestro Proyecto Educativo Institucional queremos abarcar desde el contexto más inmediato hasta la trayectoria de origen de las y los estudiantes de esta escuela enclavada al final del Valle de Azapa con todas sus particularidades”, recalca la directora. 

Los focos principales del proyecto son brindar atención de calidad a sus estudiantes, apoyarles en sus procesos de forma integral a través del trabajo de las especialistas del PIE y el vínculo que se establece con las y los docentes del establecimiento, lo que favorece espacios de participación, potencia sus habilidades y les permite sentirse cómodos en un espacio seguro y familiar.

Además, dentro del aula se favorecen actividades novedosas y de innovación educativa, con temas que se relacionan directamente con los intereses de sus estudiantes. Fuera del aula se realizan concursos, actividades de convivencia como fiestas de colores, competencias de deletreo, feria de los abrazos, ferias de ciencias, salidas pedagógicas a sectores del territorio que los vinculan con el patrimonio local y que fomentan actividades interdisciplinas como historia, educación física y lenguaje y la colaboración de toda la comunidad.

Emma Vásquez, Directora de la Escuela Pampa Algodonal
Emma Vásquez, Directora de la Escuela Pampa Algodonal

“Esperamos entregar los mejor de nosotros en un ambiente de sana convivencia y de mucho cariño hacia nuestros estudiantes y sus familias, privilegiando un desarrollo armónico, una salud mental que contribuya al equilibrio de la comunidad escolar sin importar el origen de las y los estudiantes. Ver felices a nuestros niños y niñas nos reconforta cada día”.

Desde el otro extremo de nuestro país, la Escuela Rural La Paloma de Puerto Montt, atiende una gran diversidad de estudiantes favoreciendo la equidad y fomentando la no discriminación, en definitiva, un enfoque que reconozca sus saberes mediante un clima de respeto. 

Su directora, Azucena Ulloa, enfatiza que el proyecto educativo se centra en brindar una educación integral y personalizada, reconociendo a cada estudiante como un ser único con características particulares, estimulando y fortaleciendo su desarrollo personal de tal modo que puedan asumir responsabilidades presentes y futuras en la familia, el trabajo y todos los desafíos propios de una sociedad globalizada.

También destaca el apoyo emocional y social que entregan profesionales de programas externos, como la Oficina de Protección de Derechos de la Infancia y Adolescencia (OPD), el acompañamiento realizado por la Coordinación Técnico Pedagógico de la UTP Comunal, la Unidad Sicosocial y el Programa Habilidades para la Vida, lo que genera un trabajo en red que potencia el quehacer de la escuela.

“En términos de inclusión, el establecimiento implementa estrategias de apoyo dirigidas a todas y todos los estudiantes que manifiestan dificultades en rendimiento académico y para quienes necesiten apoyo por necesidades emocionales”, apunta la directora.

Conjuntamente, realizan actividades curriculares y extracurriculares sin exclusión, de tal forma que se sientan valorados al contar con la oportunidad de desplegar sus habilidades y capacidades en algún área o actividad de su interés, como competencias de debate, presentaciones musicales en español e inglés, creación y puesta en escena de obras de teatro, creación y lectura de cuentos, entre otros.

En esa línea, la directora destaca los talleres de habilidades sociales con docentes y estudiantes, que desarrollan los profesionales del Programa Habilidades para la Vida, para mejorar la resolución de conflictos. “Estrategias como círculos de diálogo, juegos de rol y talleres de expresión emocional, alternados con juegos y actividades de ocio”, finaliza.
 

Azucena Ulloa Bahamonde, Directora de la Escuela Rural la Paloma
Azucena Ulloa Bahamonde, Directora de la Escuela Rural la Paloma

“Dado el impacto emocional que implica atender a un alto porcentaje de estudiantes con Necesidades Educativas Especiales, abordamos la salud mental y la contención emocional de docentes y asistentes de la educación, instalando como práctica frecuente la realización de Jornadas y Talleres de autocuidado. A esto sumamos un constante trabajo colaborativo entre profesionales del PIE y docentes de aula manteniendo los espacios sistemáticos de co-planificación y seguimiento, para asegurar una intervención coherente y efectiva en el aula”.

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