De docente a docente: aprendizajes y recomendaciones para el inicio del año escolar

¿Cómo abordar lo pedagógico y lo socioemocional?

Si eres docente de una escuela o liceo, volver a la sala de clases luego de dos años de pandemia puede causarte incertidumbre. Por este motivo, conversamos con dos profesores que en 2021 tuvieron la experiencia de la presencialidad, quienes compartieron sus aprendizajes y recomendaciones pensando en los desafíos que se presentarán en el aula.

Regreso a la presencialidad
Imagen de dos niños escolares con mascarilla, saludándose con el codo.

El miércoles 02 de marzo se iniciará un nuevo año escolar y, luego de dos años, la presencialidad volverá a ser la modalidad predominante en los establecimientos educativos. Esto sin duda afectará a docentes y estudiantes, que se reencontrarán en el aula luego de un largo periodo conectados al proceso de aprendizaje a través de plataformas de videollamadas, redes sociales y otras aplicaciones. 

En ese sentido, ¿qué pueden esperar desde lo pedagógico y desde la dimensión socioemocional las y los profesores que no han tenido presencialidad desde que comenzó la pandemia? En educarchile pensamos que la respuesta más certera proviene desde aquellos docentes que volvieron en 2021 a la presencialidad, aun cuando esta modalidad era combinada simultáneamente con la modalidad online (lo que se conoció como clases híbridas). 

Conversamos con Vanessa Gutiérrez, docente de Lenguaje y Comunicación de Enseñanza Media en el Colegio de la Providencia Carmela Larraín de Infante, ubicado en Maipú; con José Moya, profesor de Historia, Geografía y Ciencias Sociales del Liceo Juan Pablo Duarte, perteneciente a la comuna de Providencia y con Carlos Sepúlveda, profesor de Electrónica del Liceo Bicentenario Pablo Neruda de Arica. Los tres nos contaron sobre ese reencuentro en el aula, las dificultades que surgieron y cómo las resolvieron. Lo más valorable es que, a partir de sus aprendizajes, nos entregan recomendaciones para colegas que volverán al aula presencial este año. 
 

El factor socioemocional

Cuando el año pasado José Moya regresó a la sala de clases sintió que el reencuentro fue bueno, sin embargo, un porcentaje del estudiantado manifestó problemas de salud mental graves -que en la virtualidad pasaban desapercibidos- e impactaron a la comunidad educativa. “Mi forma de abordarlo fue acercarme mucho a los estudiantes y apoderados… algunos no me contestaban el teléfono y me estresaba, pero después solté un poco, porque uno tampoco puede abarcar todo”, recuerda el docente, quien muchas veces los llamaba a las diez de la noche, horario en que podían atenderlo. 

La dimensión socioemocional también afectó a Vanessa Gutiérrez: “Desde un punto de vista emocional, los jóvenes venían con una variedad de emociones que era difícil abarcar. Algunas veces, estaban tristes; otras, demasiado entusiasmados. A veces, llegaban muy conversadores y otras, no hablaban nada”, rememora la docente, quien regresó en agosto del año pasado a la sala de clases. 

Esto le significó un desgaste emocional que pudo superar gracias a la paciencia y la actitud flexible de sus estudiantes, del equipo directivo y de ella misma: “los alumnos jugaron un papel notable, pues fueron comprensivos, tolerantes y proactivos. Muchas veces, estaban ansiosos de ayudar. Respecto a las dificultades, tanto en el ámbito técnico como pedagógico, la actitud del equipo directivo también fue fundamental, pues más que exigirnos metas académicas, se trató, en primer lugar, de darle contención a los estudiantes y luego, fueron estos los que nos permitieron saber qué pasos seguir o qué aspectos del programa profundizar. La empatía fue una constante y eso, a nivel de colegio, siento que se dio en todos los estamentos”, recalca la profesora.

En tanto, Carlos Sepúlveda comenta que el ánimo de sus estudiates de tercero y cuarto medio fue muy positivo, aunque fue una dificultad el tener que conservar la distancia física dado los protocolos. Y como su asignatura requiere de un alto grado de actividad práctica, fue todo un desafío modelar alguna exeriencia práctica en los talleres. Pese a todo, se sorprendió gratamente con la disposición de sus estudiantes:  "Solicitaban y exigían más clases presenciales con más talleres y laboratorios, para complementar con la teoría que se había entregado vía online. Por otro lado, en ellos existía una sensación de seguridad y resguardo estando en nuestro establecimiento educacional, quisiera destacar la madurez y responsabilidad con que se tomaron los protocolos de seguridad instalados, los que a todos nos dejó con más tranquilidad", recalca.

Recomendaciones para el año lectivo

Fotografía de Vanessa Gutiérrez, docente de Lenguaje y Comunicación.
Vanessa Gutiérrez, docente de Lenguaje y Comunicación de Enseñanza Media en el Colegio de la Providencia Carmela Larraín de Infante

Considerando los aprendizajes de la presencialidad 2021, Vanessa entrega cinco consejos:

 

1.- Estar dispuestos al cambio y confiar. Tenemos que comprender que muchas de las estrategias que usamos antes no van a servir para los nuevos desafíos y eso está bien, porque nos lleva a reflexionar sobre nuevas formas de enseñanza que se centren en los alumnos, en sus necesidades, en sus motivaciones y en la idea de que puedan formarse como autogestionadores de conocimiento y saberes. En este sentido, hay que aprender a confiar en los alumnos, a dejarse enseñar por ellos, pues esta pandemia nos exige movernos del pensamiento unidireccional de la educación. Los propios jóvenes nos están enseñando a enseñar y la actitud colaborativa entre docente y alumno es prioritaria para bajar niveles de angustia, establecer objetivos motivadores y generar un aprendizaje con sentido, que sirva en la formación de los jóvenes. Esta flexibilidad en el docente la veo, también, como la necesidad de aceptar que no todo va a salir como esperamos, algunas cosas pueden cambiar de un momento a otro y no hay que asustarse, sino que hay que aprovechar esa energía para aprender a ser creativos y solucionar las distintas dificultades que se nos presenten.

2.Revisar la forma de planificar. Debemos lograr hacer planificaciones dinámicas con un plan A y B, e incluso C. Hay que enseñar a nuestros alumnos, partiendo de nosotros mismos, que, de cada situación fallida, se puede generar un desafío de aprendizaje. Si hay que cambiar lo planificado para el día, se debe hacer sin que esto genere estrés o sentimientos de culpa profesional. Al respecto, es importante que sepamos transmitir a los estudiantes que equivocarse no es algo malo, que a veces fallan los medios técnicos y no hay problema en hacer algo distinto de lo pensado. Más que nunca, cobra relevancia el concepto de aprendizaje colaborativo y los docentes debemos reaprender.
 

3.- Fortalecer el diálogo en la comunidad educativa. Debemos aprender a pedir ayuda. Los docentes, muchas veces, queremos resolver todo solos y eso nos debilita. Es sabio pedir consejo, es sano ejercitar la humildad y aceptar que, simplemente, no podemos hacer todo. Ayudar fortalece a la comunidad, genera reflexión y promueve espacios de participación entre todos los componentes de la comunidad escolar.

4.- Perfeccionarse y repensar la metodología. Hay muchas instancias de autoaprendizaje para los docentes en Internet, hay cursos gratis relacionados con nuevas estrategias de enseñanza, con ideas e instrumentos de evaluación acorde con la tecnología, etc. Debemos fortalecer el conocimiento y uso que le damos a las plataformas educativas, las redes sociales, programas. Por ejemplo, ¡hay muchísimo material de gamificación! Nuestra forma de enseñar no puede ser la misma que antes de la pandemia, debemos cambiar nuestras formas de evaluación, establecer instancias para realizar proyectos y repensar toda nuestra metodología.

5.- Tener presente el autocuidado. Los docentes estamos sometidos a mucho estrés y tendemos a postergar nuestras necesidades. No podemos en nombre de nuestra vocación, descuidar el ser humano que somos. Muchas veces, dormía tres o cuatro horas por dedicar tiempo a crear todo el material que pudiera para hacer clases más dinámicas. Me podía quedar muy bueno, pero si yo estoy dando una clase cansada, no sirve de nada. Los alumnos notan todo lo que pasa con el profesor, han aprendido de nuestros gestos, estados de ánimo, coherencias o incoherencias, por lo tanto, si queremos transmitirles seguridad en sus emociones, debemos también trabajar en nosotros.

A su vez, José Moya sugiere tener presente recomendaciones que te entregamos a continuación:
 

Fotografía de José Moya, profesor de Historia, Geografía y Ciencias Sociales del Liceo Juan Pablo Duarte
José Moya, profesor de Historia, Geografía y Ciencias Sociales del Liceo Juan Pablo Duarte

Todo lo que refiere a la manera en cómo llevamos a cabo nuestra labor educativa en pandemia no ha sido fácil, pero por otra parte, también se nos ha presentado una gran oportunidad para aprender. Si tengo que dar un consejo para mis compañeros profesores, sería que rescatemos lo positivo de esto, por ejemplo, que podemos ocupar ciertos recursos tecnológicos que usamos en la virtualidad y adaptarlos en la presencialidad.

Recomendaciones para el regreso a la presencialidad

Al preguntarle a Carlos Sepúlveda por sus recomendaciones, el profesor confiesa que fue muy reconfortante salir de las clases online y reencontrarse con sus estudiantes cara a cara y sentir su necesidad de que el docente les colabore en su proceso de aprendizaje. "Los estudiantes tienen muchas ganas de estar de forma presencial en su establecimiento, extrañan  a sus compañeros y todo el entorno escolar. Creo que debemos confiar en  que están súper educados con los procedimientos y protocolos  de salud y el auto cuidado. Muchos de nuestros  estudiantes requieren de estar en un lugar que les entregue seguridad, tranquilidad y un guía para poder dedicarse a aprender, socializar, lugar que no siempre lo encuentran en sus hogares", concluye.

 

 

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