Al pensar en el regreso a las clases presenciales, surge la necesidad de contar con directores capaces de liderar un proceso de retorno que, por sus características, genera incertidumbre y desconfianza en las comunidades escolares. Pensando en apoyar su labor, buscamos claves que les serán útiles para la conducción de su Proyecto Educativo en un escenario de post pandemia.
¿Cómo y cuándo será el regreso de los estudiantes a los establecimientos?, ¿transitaremos hacia un modelo híbrido de enseñanza, combinando la educación a distancia con lo presencial?, ¿se garantizará la salud y seguridad de las comunidades educativas? Esas son algunas de las preguntas que se formulan a diario los 241.816 docentes del país, los apoderados y estudiantes.
Si bien aún no existen respuestas para todas esas dudas, lo cierto es que en algún momento llegará la reapertura de todas las escuelas y liceos y uno de los roles que cobrará mayor relevancia llegado ese día, será el de los directores, ya que deberán ejercer un liderazgo escolar efectivo para sacar adelante el Proyecto Educativo Institucional y garantizar los aprendizajes de sus estudiantes.
Y es que, de acuerdo con el reconocido investigador y profesor del Instituto de Estudios de Educación de Ontario en Toronto, Kenneth Leithwood, liderazgo es “la labor de movilizar e influenciar a otros para articular y lograr los objetivos y metas compartidas”, por lo que su tarea será guiar a las comunidades escolares en un desafiante y novedoso escenario.
En ese sentido, existirán elementos necesarios a considerar por los directivos escolares para enfrentar la reapertura de sus establecimientos educacionales. Asimismo, será necesario revisar el Marco para la Buena Dirección y Liderazgo Escolar (MBDLE), que entrega orientaciones para un liderazgo efectivo, y contextualizarlo a la realidad post pandemia.
5 elementos
Paulina Sáez, Coordinadora de Proyectos del Programa Liderazgo Educativo del Centro de Políticas Comparadas de Educación la Universidad Diego Portales, plantea cinco aspectos a considerar por los directores. El primero, es identificar las lecciones aprendidas durante el desarrollo de la pandemia e incorporarlas al trabajo cotidiano una vez sea el retorno a la presencialidad, junto con identificar las principales fortalezas, deficiencias y desafíos que han emergido en la comunidad educativa. “Esto posibilitará estar preparados ante futuras crisis y contar con planes de contingencia flexibles que permitan hacer cambios sobre la marcha, resguardando los procesos de enseñanza y aprendizajes de los estudiantes”, asegura.
En segundo lugar, se encuentra desarrollar protocolos que permitan cumplir con la norma sanitaria y asegurar el funcionamiento del establecimiento sin poner en riesgo la salud de sus integrantes: “para esto, los directivos deberán establecer una coordinación adecuada con su sostenedor, de tal manera de asegurar los recursos y medios que permitan llevar a cabo dichos protocolos”, explica la especialista.
En tercer lugar, está asegurar una comunicación fluida y eficaz entre los distintos miembros que componen la comunidad educativa, ya que “nos hemos dado cuenta, durante el desarrollo de esta crisis, que el mantener canales de comunicación fluidos con docentes, familia, estudiantes, trabajadores de la escuela, es fundamental, ya que no solo asegura el desarrollo de las tareas de manera adecuada, sino también resguarda el bienestar y salud mental de todos”.
Un cuarto elemento tiene que ver con desarrollar un liderazgo adaptativo, que sea capaz de adecuarse a las nuevas circunstancias, y de tomar decisiones en base a evidencia que se haya identificado dentro de la misma comunidad. Así, la capacidad de colaborar con otros, tanto dentro como fuera de la institución, y la flexibilidad, son habilidades muy importantes que aportan al abordaje de estos nuevos desafíos.
Por último, el quinto elemento es apoyar la innovación en sus comunidades, no solo proveyendo los recursos materiales, sino también desarrollando y compartiendo una visión clara de lo que se quiere lograr y las metas de aprendizaje que se quieren alcanzar. “Hasta el momento, la evidencia nacional e internacional ha demostrado que las dificultades provocadas por la pandemia motivaron en muchos docentes y directivos la implementación de múltiples prácticas innovadoras con sus estudiantes. Esto continuará siendo fundamental de mantener en el período post pandemia, sobre todo para asegurar el aprendizaje de todos los estudiantes”, afirma Paulina Sáez.
La contención emocional y la reducción de los niveles de estrés será fundamental una vez que las comunidades escolares se reincorporen a las clases presenciales y los directores jugarán un rol clave. Así lo cree Paulina Sáez: “Es importante que los directivos puedan monitorear frecuentemente los estados emocionales de los equipos, se muestren amables, considerados y empáticos, así como también fomenten prácticas de auto cuidado y generen instancias grupales para compartir el cómo están viviendo la crisis”, sostiene.
La confianza
Con todo lo que puedan prepararse los directivos, hay un elemento existente en el ambiente que tiene que ser atendido. En el Informe Liderazgo Escolar: Aprendiendo en Tiempos de Crisis, resultado de las propuestas de Educación de la Mesa Social COVID-19, se señala que “es cada vez más evidente que los apoderados solo enviarán a sus hijos e hijas a la escuela si piensan que este será un espacio seguro. Lo que requiere una estrategia de preparación y comunicación explicita respecto medidas de cuidado y protección”.
Pero ¿cómo un director puede transmitir confianza desde su rol y así lograr los objetivos y metas compartidas de aprendizaje? Paulina Sáez considera fundamental la comunicación y la generación de espacios participativos donde todos se sientan parte del diseño de las respuestas frente a los desafíos y donde el líder escolar transmita empatía y se muestre benevolente, es decir, “capaz de transmitir las buenas intenciones para con otros”, subraya.
Coincidentemente, en el Informe ya citado se postula que “para asegurar mayores tasas de retorno, es importante generar múltiples instancias para la participación de la comunidad en la toma de decisiones sobre las estrategias de regreso a las escuelas”, y se pone como ejemplo a la Municipalidad de Teno, donde el Departamento de Educación generó una mesa de trabajo con apoderados para abordar problemáticas y soluciones relacionadas con la continuidad del servicio educativo.
Según los especialistas, esta comunicación debe ser bidireccional, para que las familias expresen sus inquietudes y las escuelas las validen y den respuesta. Por otro lado, el líder tiene que comunicar las decisiones de forma oportuna, honesta y transparente. Solo de esta manera, se construirán las confianzas necesarias para el retorno a las clases presenciales.
Asegurar que las familias envíen a los estudiantes a clases está entre los tres desafíos más importantes que identifican casi la mitad de los directores/as (56%), según la "Encuesta La voz de los directores y directoras en la crisis COVID-19” realizada por el Programa de Liderazgo Educativo de la Universidad Diego Portales, junto al Centro Líderes Educativos PUCV de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y el Centro de Investigación Avanzada en Educación de la Universidad de Chile.